martes, 15 de marzo de 2011

Dignidad

Dignidad: «calidad de digno», deriva del adjetivo latino dignus, que se traduce por «valioso»; es el sentimiento que nos hace sentir valiosos con nosotros mismosSe aplica a la persona que tiene respeto y buena estima de sí misma y merece que se lo tengan las demás personas. ¿SEGURO?


Manu y yo prácticamente no discutimos, y puedo prometer y prometo que cuando lo hemos hecho no hemos aguantado más de 20 minutos "sin hablarnos".
Algunos nos dicen: "qué aburrimiento" o "con lo chulas que son las reconciliaciones pasionales", pero yo pienso que no discutir es algo increible por lo que una vez más tengo que dar las gracias.


En los casi 5 años que estamos juntos, he aprendido a ser más humilde, a pedir perdón y a valorar qué discusiones merecen o no la pena.
Mi madre sigue recordándome cuánto he cambiado, pues siempre he sido "muy digna". En cada discusión, fuese con quien fuese, yo tenía que quedar por encima como el aceite (frase de mi madre) y si la cosa acababa mal y no me salía con la mía, apretaba los dientes y no abría la boca casi ni para respirar; y si a esto le añadimos una mirada fría como el hielo y una soberbia absoluta, podemos decir que cuando me enfadaba era realmente DESAGRADABLE.


Hace unos meses, tal vez más de una año, Manu y yo discutimos, aunque no me acuerdo por qué. Esto me consuela, pues significa que no era nada importante. 
Sólo recuerdo que yo estaba muy, pero que muy muy enfadada. Fue una discusión por la mañana, antes de salir a trabajar y casi recién levantados (es un momento horrible para discutir, así que nunca lo hagáis).
Desayunamos sin intermediar palabra, ni nos mirábamos (bueno, Manu buscaba mis ojos, pero yo me sentía "muy digna" y no pensaba mirarle!!!!).
Bajamos en el ascensor en el más absoluto de los silencios y anduvimos hacia el coche, yo por supuestísimo (cómo no), unos pasos por delante de Manu.
Subimos al coche, me puse el cinturón, saqué mi bolsita de maquillaje y me adorné con raya negra y colorete.
Busqué mis gafas de sol en el fondo interminable de mi enorme bolso y me las planté como una reina, estaba deseando ponérmelas, es absurdo pero siento que me protegen de algo más que del sol cuando estoy enfadada.


Llevábamos unos 10 minutos en el coche, yo miraba al infinito como si me fuese la vida en ello y Manu de repente empezó a reirse a carcajadas, como cuando intentas aguantar la risa pero de repente explotas.
Obviamente, y sin el más mínimo contagio, muy dignamente le dije "se puede saber de qué coño te ries?".


Él simplemente me dijo: ANDA, MÍRATE AL ESPEJO.


En el momento en que bajé el espejo y me miré, el cabreo se esfumó como por arte de magia y ahora fui yo la que rompió a reir.


MIS GAFAS SÓLO LLEVABAN UNO DE LOS CRISTALES Y NO ME HABÍA DADO CUENTA!!!!!


Nunca más volvimos a hablar de aquel enfado estúpido, y siempre nos reímos recordando esta anécdota. De hecho, ahora cada vez que me enfado, en lugar de contar hasta 10, intento ponerme en la misma situación, y haya pasado lo que haya pasado, creo que SIEMPRE volvería a reirme si me descubro ante el espejo con un sólo cristal, lo que significa que ningún enfado es más fuerte que una carcajada. Y la dignidad, señores, es lo único discutible.



3 comentarios:

  1. Pues me ha hecho gracia la anécdota ;D

    ME alegro mucho mucho de que sea todo tan perfecto. Yo CREO en eso.

    See you in Galerning time!

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  2. Si existieran más gafas rotas el mundo sería un lugar mejor :)

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